La ex mujer de Eddie Van Halen, Valerie Bertinelli, escribió en uno de los ensayos íntimos de su último libro de cocina, «Indulge«, que «aunque nos divorciamos, Ed y yo nunca dejamos de querernos. Quién sabe, si no fuera por el cáncer, podríamos haber tenido un segundo aire», pero «estoy bastante segura de que eso es un pensamiento melancólico».
Más tarde aclaró a USA Today que «melancólico es una palabra muy diferente a ilusorio. Era una fantasía ilusoria que sabía que nunca se haría realidad. El amor que Ed y yo compartíamos -y llegamos a un punto muy maravilloso al final de su vida- era nuestro amor incondicional por nuestro hijo [Wolfgang Van Halen]. Mi hijo estaba perdiendo a su padre, yo estaba en una relación que era terriblemente mala para mí, y me aferraba a una especie de salvavidas gracias a los años que pasé con Ed. Estaba locamente enamorada de él cuando le conocí, pero nuestro amor cambió. Para mí era como un hermano mayor para el que sólo quería lo mejor cuando se puso muy enfermo. Todo lo que quería era hacer lo mejor para Ed, hacer lo mejor para Wolfie.
«Fantaseas y romantizas lo que sabes que en realidad nunca podría ser».
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